Parábola del sembrador

Volver a empezar, volver a intentar, con la mente despejada tras la bruma estival. Hemos dejado atrás historias, aventuras y vacaciones.

Ahora toca ponerse en marcha. Sembrar, sembrar y sembrar, en tu trabajo, en la universidad, en tu entorno más querido... y en el que menos también. Quizá ahora el medio resulte un poco más hostil, pues toca verse las caras con quien no apetece, toca "despertar del sueño amable del verano" y convivir con personas diferentes a tí en tus gustos y actitudes. Pero hay que seguir sembrando, que algo caerá en tierra fértil. Ése es el verdadero reto: llevar a la práctica lo vivido durante estos meses de impasse en los que probablemente muchos nos hayamos expuesto a experiencias de entrega, de sacrificio y de alegría (¿disfrazada de euforia?). Pero no puede ni debe quedarse en eso, en "unos días de verano". Ahora toca compartir lo vivido y desarrollarlo, toca echar a andar, con mayor o menor ayuda, porque el curso empieza y se tiene que notar. Toca comprometerse. Seguiremos atravesando miedos y dudas, y aunque seguramente hayamos dejado atrás algunos aplausos y recuerdos, aparecerán otros nuevos. Que no se apague el fuego, ¡por favor!

Nadie dice que vaya a ser fácil, pero yo estoy cansada de hablar y no actuar, de no terminar de creerme lo que pienso y lo que digo. Me niego a dejar pasar "un curso más", deseo dar un salto más allá porque quiero crecer y ayudar a que otros lo hagan predicando con mi vida lo que es de verdad VIDA. Es mi responsabilidad como cristiana, es la tuya también: hacer de este mundo un mundo con menos gente y más personas. ¿Te animas?

Casiopea

Tomado de la página http://www.pastoralsj.org/ppensar/index

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